¿Que hacia en el 99, cuando a Cerati se sacaba este discazo?
Segun pagina 12 “Fue el disco con el que se recibio de solista”.
En el verano de 1999, Gustavo Cerati reconocía que tenía algo nuevo entre manos pero no podía identificar con exactitud qué era. La separación de Soda Stereo estaba consumada y su camino musical se había dividido entre el grupo Plan V (esporádico proyecto de música electrónica junto a tres músicos chilenos), el dúo Ocio, junto a Flavio Etcheto, y algunas colaboraciones estelares, como la versión de Bring On the Night que grabó junto a Andy Summers, guitarrista de The Police, en un disco homenaje al trío británico.
Tras su regreso de Chile, donde residían, Cerati, su mujer Cecilia Amenábar y sus hijos, Benito y Lisa, por entonces de cinco y dos años, se habían establecido en una cómoda casa de Vicente López. Allí, el músico armó un estudio de grabación equipado con la última tecnología. La dinámica diaria comprendía largas excursiones del artista en ese espacio (que recibió el nombre interno de Casa Submarina), donde lentamente empezó a darles forma a las canciones que integrarían su primer disco solista. Es cierto que en 1993 había grabado un álbum en solitario, Amor amarillo, pero la participación de Zeta Bosio en la producción y el espíritu casi experimental de la movida –algo así como un respiro en medio de su labor como líder de Sosa Stereo pero con la banda en pleno funcionamiento– le dieron carácter más de aventura que de proyecto firme.
Esto era otra cosa. Como narra Juan Morris en Cerati. La biografía (Sudamericana, 2015), hacía tiempo que el artista “venía acumulando un banco de sonidos, samplers y bocetos de canciones en su computadora. Una maraña de archivos a los que volvió durante esos meses de manera aleatoria en busca de inspiración. Su forma de componer había mutado a través de los discos, pero estaba cada vez más interesado en usar la tecnología como disparadora de su creatividad”. Esa utilización se basaba en mezclar conceptos propios, experimentos sonoros registrados con guitarra, con muestras tomadas de temas de otros artistas, bases rítmicas, loops o riffs que lo llevaban más allá del pop o del rock para internarlo –a él y a su música– en algo que lo atrapaba casi tanto como el trabajo profundo en estudio: la electrónica. No faltaban –ni faltarían en el resultado final– ritmos latinos y folklóricos, guitarras potentes ni toques de música alternativa. Cerati nuevamente coqueteaba con la vanguardia y todo el asunto estaba revestido en un aura de despegue, de nuevo comienzo.
“Lo viví con mucho deseo, tenía muchas ganas de hacer el disco, así que fui por todos los caminos lumínicos que me parecían (…), simplemente me puse a hacer la mejor música que podía”, dijo en aquel momento el hombre que en agosto de ese año llegaría a los 40 con todas las ideas en orden. Una vez que el material estuvo completo llamó a Etcheto y a Leo García, para luego sumar al bajista Fernando Nalé y al baterista Martín Carrizo. Con el grupo base armado, y conforme las grabaciones en Casa Submarina avanzaban, Cerati ampliaba la búsqueda y sumaba colaboraciones: Francisco Bochatón, líder de Peligrosos Gorriones, y el periodista Pablo Schanton lo ayudaron con algunas letras; Alejandro Terán, por su parte, interpretó ideas del músico para plasmarlas en el arreglo de la sección orquestal de Verbo carne, grabada nada menos que en Abbey Road. Hasta el corte de pelo cambió Cerati, adoptando un look que Morris describe con justeza como “medio glam y sofisticado, con rulos apenas crecidos”. El mismo que luce, misterioso, en la tapa del disco, donde aparece de perfil, envuelto en luz azul y volutas de humo.
Bocanada salió el 28 de junio, y dos de sus temas pegaron inmediatamente: la bella y cadenciosa Puente y la típicamente ceratiana Paseo inmoral, aunque la canción elegida por BMG Internacional como primer corte de difusión fue Raíz. El resto va de la tribal Tabú a la dulce Engaña, pasando por la hipnótica balada que le da nombre al disco, la circular y bailable Río Babel y el desgarro de Verbo carne. Un recorrido de 15 temas que marca el comienzo de un ciclo solista que continuó con otros tres discos de estudio. Y mucho, mucho talento.