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Luchando sin atajos

Luchando sin atajos

194 PRESENTES

Como cada 30 de diciembre desde hace 13 años, los corazones de los familiares, amigos y conocidos de las víctimas de la tragedia de Cromañón parecen recibir una nueva puñalada que les sigue causando aún mayor dolor que el ocurrido aquella fatídica noche, donde miles de personas fueron con alegría a despedir 2004 viendo a la banda de rock Callejeros y se encontraron con el fantasma de la muerte.

Aquella fecha era una excusa para terminar el año disfrutando de la música de una de las bandas más convocantes de aquel entonces, y que venía en franco ascenso en lo que refiere a ventas, fanáticos y discos nuevos: Callejeros.

El lugar elegido por la banda para cerrar 2004 fue el tradicional boliche República Cromañón (ubicado a escasos metros de la estación ferroviaria de Once), donde otros grupos ya habían tocado en el sitio desde hacía unos meses y se había transformado en una suerte de templo del rock, a pesar de su corto tiempo como epicentro de recitales.

Cerca de las 23 de aquella noche y con los primeros acordes de la banda, un grupo de espectadores encendió unas bengalas y un objeto pirotécnico, los cuales terminaron alcanzando la media sombra que estaba en el techo y, en escasos segundos, el lugar comenzó a prenderse fuego.

Algunas de esas lonas empezaron a caer sobre la gente y esto despertó el caos dentro del recinto (que tenía una capacidad para algo más de 1.000 personas, pero aquel día la multiplicaba ampliamente), lo cual generó una estampida hacia las puertas en busca de escape y aire para sobrevivir.

Pero allí se halló otra de las “patas de la tragedia” ya que una de las entradas estaba cerrada con candado, y esto hizo que las avalanchas de personas comenzaran a dejar los primeros muertos. Hubo quienes inhalaron gases tóxicos que provenían de los materiales inflamables de las guatas y lonas y que, a pesar de poder escapar, sucumbieron en las calles o hospitales adonde eran derivados.

El local ubicado sobre la calle Bartolomé Mitre al 3000 (administrado por el empresario Omar Chabán) se convirtió en una auténtica caldera, con jóvenes apilados en las veredas, muertos o en grave estado y móviles de ambulancias, policía y bomberos que no daban abasto para combatir una tragedia que en horas se transformaría en una de las peores que haya sufrido nuestro país.

Los fríos números de la muerte dejaron 194 víctimas fatales (la mayoría, por la inhalación de monóxido de carbono) y algo más de 1.000 heridos de diversa consideración, aunque lo más terrible de esta tragedia es que todavía hay familias que siguen preguntándose por qué pasó esto y nunca les brindaron una respuesta.

Fotos: Luis Rodriguez, SDEROCK

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